lunes, 16 de marzo de 2015

MÓDULO 1.- LA PERCEPCIÓN OLFATIVA TEMA 12 EL ORIGEN SEXUALIDAD 1ª P

EL ORIGEN DE LA ATRACCIÓN SEXUAL HUMANA
- 1ª parte -
18/02/2015
José Luis Vaquerín - Nez -

Ninguna hembra de ninguna otra especie con reproducción sexual hace el amor con la misma frecuencia que la hembra humana..... somos una especie consagrada a la sexualidad. ¿Por qué? Porque la hembra humana es capaz de una excitación sexual constante y de provocar idéntica excitación en los machos”

En ser humano es la única especie que disfruta de una conducta reproductiva basada en un modo de atracción entre ambos sexos regulado por ciertos rasgos y proporciones físicas que no se encuentran sujetos a actos de temporalidad.

 Esto se denomina Sistema de Atracción Epigámica, es decir, en la especie humana nos sentimos atraídos los unos a los otros porque nos encontramos físicamente atractivos. No dependemos de los periodos de emisión de olores y nos apareamos constantemente debido a la atracción física.

Una de nuestras preocupaciones fundamentales es ser atractivos, ya que nos abre la puerta al mantenimiento regular de las relaciones sexuales que tanto deseamos y para las que nos encontramos contínuamente dispuestos.

Somos una especie sexual, y a pesar de ser una de las especies más caras (en cuanto a términos de necesidad energética ) somos la especie con mayor éxito reproductivo entre los primates. Este éxito se basa en el establecimiento de alianzas prolongadas, que han permitido acortar el espaciamiento entre partos y hacer frente a las necesidades energéticas de una especie cara.

Para sobrevivir, los organismos deben obtener alimento y de otra parte deben huir de los enemigos. En la reproducción el macho deposita los genes tras un periodo de pugna con otros machos. El aspecto menos importante en interacción social es el comportamiento alimenticio, pues cada individuo se alimenta según consigue los nutrientes. En lo que concierne a la actitud frente a los riesgos de predación se establece una relación social mediante convivencia gregaria (debido a la mayor capacidad de detección y de rechazo de los peligros).
Los efectos de las características reproductivas de una especie se traducen en diferentes modalidades de estrategias sexuales, que son condicionadas de modo recíproco, por el tipo de interacción social que regula las relaciones del grupo.

La finalidad de estas estrategias es dar continuidad a la especie:
  • estrategia r: descendencia abundante, poca atención
  • estrategia k: poca descendencia, mucha atención.
En los mamíferos, es la madre la que se encarga de las crias y el periodo de maduración de las crias es de unos 3 años. Se aprecian 2 posturas distintas:
  • animales herbívoros: alumbramientos anuales, una cria por parto.
  • animales carnívoros: alumbramiento anual, varias crias ( 3 -12 )
La separación entre alumbramientos condiciona la disponibilidad de efectivos, y unos alumbramientos anuales aportan más miembros a la comunidad que los que alumbran cada 2 - 3 años.

Los primates tienen un periodo de crecimiento mayor de 4 años y la dependencia de los progenitores provoca unos espaciamientos mínimos entre alumbramientos sucesivos mayor de 2 años.

El grupo de los antropoides (orangutanes, gorilas y chimpancés ) tienen un periodo de maduración entre 10 - 12 años, en el cual llevan a cabo una vida social intensa u desarrollan las cualidades de su aprendizaje, tan importante para el desarrollo de la inteligencia. Este aspecto dificulta la frecuencia de concepciones: 5 años en el caso de los gorilas y chimpancés y hasta 7 años en el orangután.

Por tanto, en los primates se da un doble compromiso.
  • los periodos de crecimiento se alargan conforme aumenta la complejidad evolutiva de la especie.
  • los espaciamientos entre concepciones sucesivas se incrementan también de manera acorde con la progresión evolutiva, pero manteniéndose un aumento más limitado.
La estrategia k en pro del incremento de la inteligencia impone la restricción de precisar más cuidados y un periodo de convivencia con la madre más prolongado. En la especie humana los periodos de crecimiento se sitúan entre los 18 - 22 años y a diferencia de otros primates, la probabilidad de concebir anualmente, aunque normalmente sea de 22 meses.

La claye de que nuestra especie haya dilatado su maduración y desarrollado mayor inteligencia, reduciendo el espacio entre alumbramientos se debe a que ha alterado de manera radical el modo de interacción social, y con él, las estrategias subsistenciales que regulan las relaciones grupales. La hembra humana puede concebir con frecuencia, pese a que las crias tradan más en madurar y requieran mayor inversión energética porque ha involucrado al macho de manera permanente en la labor de crianza y porque el grupo mismo ha reforzado sus lazos de reciprocidad y cooperación.

Esta formación de asociaciones entre machos y hembras provoca que se posponga el consumo de nutrientes y se aportan a focos centrales en los que se distribuye la energía obtenida entre machos y hembras. Esto refuerza los lazos sociales del grupo cooperando las diversas unidades reproductoras ( macho - hembra ) entre sí para la obtención de nutrientes y para la defensa. El ser humano se hizo cooperativo y solidario y esto favorece la difusión energética que han producido el triunfo evolutivo.

Sería interesante ubicar en el tiempo este cambio evolutivo con respecto a los primates y el origen de los cambios biológicos debería buscarse en las alteraciones que experimentaron fundamentalmente las hembras de esos homínidos para incitar a los machos a un cambio radical en las conductas sociales y subsistenciales, con el fin de acoger una progenie con mayor cerebro y una necesidad energética más amplia.

Esta nueva conducta tiene su base en la aparición de una estrategia reproductora que necesita el concurso de una nueva forma de sexualidad: la humana.

Para agenciarse una ayuda más o menos permanente en la manutención de varias crias que tardaban más en madurar, nuestras abuelas evolutivas tuvieron que atraer a los machos con una recompensa sexual innovadora que fuese suficiente para el establecimiento de las alianzas necesarias entre ambos sexos.
En el resto de animales existen rígidos patrones conductuales que regulan la respuesta al instinto sexual y a la cópula mientras que la sexualidad humana es un fenómeno excepcional. En la sexualidad humana cobran especial relevancia las caricias, los besos, las miradas, la comunicación visual y sonora que hacen de la unión corporal una especie de goce sensual sin comparación en otras especies. La cópula, realizada entre 20 - 30 minutos, conlleva un espectáculo excepcional culminado en el orgasmo.

La especie humana se puede aparear continuamente y no precisa periodos de celo.

Esta excepcionalidad de la sexualidad humana debe prestar especial atención a los cambios físicos experimentados por nuestro género en su evolución. La hembra humana incorpora innovaciones con respecto al macho y a sus congéneres evolutivos. Su principal característica es que la hembra humana esta dotada para manifestar una receptividad y excitación sexual constante. Es como si la naturaleza le aconsejara hacer el amor todos los dias y lo sorprendente es que la hembra humana parece estar especialmente adecuada para llevar a cabo tal consejo, ya que no sólo puede hacer el amor de un modo asíduo, sino que sus órganos sexuales producen un placer muy intenso. Un claro exponente de la cualidad placentera femenina reside en el clítoris que tiene la única función del goce. Procurando al excitarse dilatación de todos los músculos vaginales y de las bolsas esponjosas que rodean la abertura vaginal haciendo que tripliquen su tamaño habitual. Esto hace que toda la zona genital quede congestionada por la presión de la sangre. Y en la cópula, los tejidos reaccionan y se contraen al fin para eliminar semejante presión. Palpitan correlativamente la pared interna, los labios, el clítoris y el esfínter del recto. Una vez terminado, acude un nuevo flujo de sangre que aumenta la presión y se inicia de nuevo el proceso. Todas estas contracciones regulares se conocen con el nombre de orgasmo.

El hombre experimenta el orgasmo en forma de erección del pene y posterior eyaculación que devuelve la flaccidez al pene y vuelta a empezar. En la mujer no, pudiendo ser sucesivos.

Otros rasgos de la anatomía del hombre y de la mujer que hacen que la sexualidad humana sea tan diferente son:
  • la sensibilización tan extraordinaria de determinados órganos al estímulo táctil erógeno: órganos genitales, pezones, senos, labios e incluso los lóbulos de las orejas ( siendo curioso que los pabellones auditivos de los demás primates no tienen lóbulos )

  • los labios son interesantes, ya que estan descubiertos y bien definidos por una línea de delimitación. su coloración encarnada es muy llamativa y la finura del tejido epitelial lo hacen una zona especialmente sensible.

  • otro rasgo, es la posesión de senos, cuya forma esférica y voluminoas es difícilmente explicable. Carecen de función fisiológica. Son exclusivamente depósitos de grasa en torno a los pezones y glándulas mamarias que no desempeñan ninguna función en la lactancia. Parece ser que la posesión de voluminosas nalgas tenga una relación directa con sus senos.

La mejor explicación de estas característica anatómicas es que sirvan como un conjunto de señales visuales y puede explicarse con el argumento de que en el momento sexual se utilizan o intervienen directamente o indirectamente en el acto, o bien sufren alteraciones de tamaño y color debidos a dicha actividad. Sin lugar a dudas, sabemos que intervienen como zonas erógenas en la actividad sexual, pero otras partes, con funciones primarias distintas, también intervienen en la misma, las mejillas, el cuello, los hombros, la cintura, la zona interna de los muslos, las nalgas y la parte interior de las rodillas son consideradas en especial en la mujer, como zonas erógenas. A pesar de ello, sabemos que estas partes anatómicas no deben la razón de su existencia a su función sexual.

El sexo humano es una compleja trama de mecanismos destinados a ofrecer un placer sensual, además de la función reproductora y que puede ser disfrutado con los 5 sentidos.
  • Tacto: todo el cuerpo adquiere la característica potencial de ser una zona erógena versátil.
  • Oido: durante el periodo precopulativo, copulativo y poscopulativo los mensajes emitidos por ambos individuos actuan como nexo que fortifica y vitaliza el acto en sí.
  • Olfato: desempeña un papel relevante, actúa como un traductor de olores que ayudan a experimentar una mayor sensación placentero.
Nos podemos preguntar, tras observar las generalidades de la sexualidad humana, acerca de las razones de las diferencias con otros primates. Esto nos obliga a plantearnos si existe una sexualidad placentera en nuestros parientes evolutivos.
Esta cuestión es extraordinariamente compleja y diversos estudios del orgasmo confirmaron que éste no es sólo contracciones musculares sino que la verdadera fuente del orgasmo está en el cerebro. Por tanto, el orgasmo es una experiencia conjunta entre el cuerpo y la mente y como tal, puede ser provocado por una estimulación de origen mental o físico.

Hemos valorado que la sexualidad humana es así, y el placer de ambos sexos, no es necesario para la evolución. La respuesta es que en primates el placer sexual viene marcado más por el acto de aplacar reacciones biológicas que la búsqueda del placer o bien, las respuestas sexuales pueden deberse a situaciones de carácter social.

Todas estas apreciaciones nos indican que el placer humano se basa en las características de una sexualidad epigámica que fueron catalizada por las mujeres.

La aparición del género Homo vino acompañada de cambios en los modelos de organización social que indicaron que los machos y hembras se asociaran en estrecha colaboración. Y posiblemente, detrás de esta asociación, se encuentre un cambio de las relaciones sexuales, que habrían actuado como punto de atracción para que el macho cooperase con la hembra. Así pues, si la hembra fue el revulsivo de la aparición de la conducta humana creando un nuevo tipo de asociación con los machos, probablemente sirvió para inventar la sexualidad humana.

La individualización de la respuesta sexual, su atemporalidad y su incitación mediante formas de atracción epigámicas se incorporaron como nuevos elementos del comportamiento, que habrían permitido el establecimiento de lazos de relación más estables que los observados en otras especies de primates.

Esta transformación se llevó a cabo abandonando las feromonas como sistema de atracción y sustituyéndolo por algo más permanente como los rasgos físicos en lo que se conoce como Atracción Epigámica. Para ello hubo que diferenciarse físicamente de los machos ya que un macho se siente atraido epigámicamentede la hembra si ésta es físicamente diferente de los demás machos.

La epigamia ( rasgos físicos o dicho de otro modo la belleza física ) es un modo de atraer permanentemente y para ello se deben separar los caracteres entre machos y hembras.

Somos una especie de sexos marcados e identificables y nos hemos convertido, de forma epigámica, en deseables para el sexo opuesto. Esta sexualidad tiene su motor en el cerebro más que en los genitales, lo que provoca una explosión de imaginación y cada cópula es diferente. La fantasía es parte integrante de nuestra sexualidad.

La sexualidad humana aparece con la hembra humana, nuestras abuelas evolutivas iniciaron una auténtica revolución al cambiar sus formas y empujó a los machos a ayudar a las hembras en la crianza de la progenie en el pasado remoto de nuestra evolución.

Para estudiar este proceso debemos retrotraernos al pasado.

LA EVOLUCIÓN DE LA SEXUALIDAD HUMANA

Se intenta explicar segun determinadas razones biológicas y no mediante una conducta aleatoria. Darwin sentó las bases de la Selección Sexual y que a diferencia de la Selección Natural ( la lucha de los organismos frente al medio ) sirve para seleccionar los machos más fuertes y sanos. Se lucha por un único recurso: las hembras.

La teoría de la Selección Sexual se puede contrastar con la observación de la Naturaleza y se aprecia que existe una política de ahorro energético pues la reproducción exige recursos energéticos considerables y debe optimizarse. Uno de estos factores de optimización es mediante el dimorfismo sexual y se manifiesta por igual en ambos sexos.

La expresión de la Selección Sexual se realizaría con la llegada del celo, y las hembras de posición jerárquica más elevada tratan de ser las primeras en recibir los genes de los machos más fuertes.

En la actualidad existe la creencia extendida de que los patrones de atracción física en nuestra especie dependen del contexto cultural en el que nacemos, pero no es así. Ya que en la absoluta totalidad de las etnias humanas actuales se observa un factor común de atracción sexual: a los hombres les atraen las zonas de los senos y el conjunto glúteo - cadera - púbis de las hembras. Mientras, las mujeres se sienten más inclinadas por el conjunto brazo - hombro - pecho y glúteo - púbis de los varones.

Se aprecian diferencias en los gustos de procedencia cultural pero se prefiere la proporción de formas.

Debemos distinguir entre atracción sexual y elección de pareja en las sociedades humanas modernas por lo que nos fijaremos sólo en la atracción sexual.

Se intenta equiparar juventud con la belleza personal y las mujeres seleccionan en un principio a los hombres más deseables ofertando su belleza para conseguir una relación más estable que garantice la formación de un núcleo familiar de descendencia.

Se piensa que el hombre confiere más importancia a la belleza que la mujer, pero no es así, ya que los orgasmos que provocan contracciones en el útero ayudan a conducir el esperma y favorecer la procreación. Y a su vez, estos orgasmos se relacionan directamente con la atracción que sienten las mujeres hacia el macho. Todo esto explica que existe una Selección Sexual sobre la base del atractivo. Además se ha estudiado que las fantasías de la mujer son directamente proporcionales al grado de asimetría de los hombres, es decir, su atractivo físico.

Por consiguiente, hombres y mujeres se sienten sexualmente atraídos por lo mismo: la belleza física. Este patrón de atracción incentiva un acceso fácil al establecimiento de relaciones sexuales y una mayor facilidad para la procreación al facilitar el orgasmo.

Hay que destacar que las mujeres, durante la ovulación, se ven atraídas por hombres de aspecto más viril.

Esto sugiere que en el pasado, las mujeres seleccionaban los machos con cierto desarrollo muscular.

Otro aspecto, es la limitación de procrear un hombre con una sola mujer, ya que parece no ser muy beneficioso en términos de Selección Sexual, y los machos demuestran esta promiscuidad de forma que cuanto más atractivos son menos proclives son a mantener relaciones estables.

Además, se ha observado que los individuos más atractivos tienen su primera cópula antes. Insistimos que esto no tiene nada que ver con la elección de la pareja condicionado por criterios de índole cultural y no solo biológicos.

Esta creencia es la variabilidad de los criterios de belleza femeninos pero se ha demostrado que sí existen patrones universales de belleza asociados a las formas corporales, que en el caso de la mujer se asocia a las distribuciones corporales de grasa y en el caso del hombre en las distribuciones de masa muscular. Estas diferencias pueden explicarse por factores hormonales (testosterona y estrógenos).

Se ha determinado que los índices cadera - cintura de la mujer es un buen indicador del status endocrinológico, reproductor y de salud. También se ha relacionado este índice con el grado de fertilidad. Si el índice es > 0, 8 se incrementa la dificultad de quedarse embarazadas.

Un nivel de estrógenos alto incrementa una reducción del índice cadera - cintura y un nivel alto de testosterona lo contrario.

Este índice también puede ser un indicador fiable de determinadas enfermedades.

Se debe elegir los individuos que faciliten la reproducción y que sean resistentes a las enfermedades por lo que los patrones de belleza debería ser los indicadores de estas cualidades.

El índice cadera - cintura óptimo para estas funciones, en la mujer, es 0,7. Se ha demostrado mediante estudios empíricos que es así y que es del agrado del hombre.

Se establece la conclusión de que el nivel de grasa desempeña un papel esencial en el grado de atractivo de la mujer como indicador de su estado de salud, juventud y potencial reproductor. La necesidad energética para la reproducción es uno de los contrastes más acusados entre ambos sexos. La hembra produce energía para el desarrollo del feto y continúa produciendo energía en forma de leche una vez que ya ha nacido y son sólo utilizados los depósitos de grasa en la gestación y en la lactancia.

Desde el punto de vista selectivo, los hombres se sienten más atraídos por determinadas formas femeninas debido a que las poseedoras de éstas conciben con mayor facilidad, produciendo como resultado una descendencia más abundante. La distribución de grasa ginoidea de las mujeres puede percibirse desde cualquier ángulo y se aprecia con la observación simple de los glúteos femeninos.

Otro de los aspectos distintivos de la anatomía femenina son sus piernas y a partir de éstas se puede predecir el índice de grasa cintura - glúteo.

Los senos actúan como reclamo sexual, pueden variar los gustos por el tamaño en función de las preferencias y de la cultura. Pero lo que es universal es que a los hombres le gustan los senos con alto grado de tersura, consistencia y dureza y estas cualidades se vinculan con los senos jóvenes con la máxima expresión de su función lactante. El hombre aprecia el potencial energético para futuras crias al margen de que perciba un atractivo sexual. Se ha intentado determinar si existe una relación idónea entre los senos, pero lo único que se ha llegado a determinar es que las mujeres con un índice cadera - cintura de 0,7 tienen unos senos con determinadas proporciones.

En el caso del patrón de atracción de las mujeres, se percibe un contraste sorprendente. La mujer no valora la grasa, ni su distribución preferente. Los criterios de atracción se vinculan al desarrollo proporcionado de la masa muscular. Se presta especial atención a la parte superior del tronco (pecho, hombros, espalda superior y brazo ) y el área glúteo - femoral. Se aprecia la delineación muscular y no el volumen (ya que puede ir asociado a depósitos de grasa y no se considera atractivo )

El volumen marcado debido al músculo destaca mejor las formas de los pechos, la forma más oblícua de la mayor parte de los hombros y más esférica de su unión con el brazo, la triangulación de la espalda, que nunca se logra por acumulación de grasa y la definición clara de los bíceps y tríceps . Las razones de estas preferencias se pueden buscar en que los hombres de carácter fibroso - muscular, indistintamente de su peso, poseen un mejor estado global de salud en casi todos los parámetros físicos: indicadores serológicos, ritmo cardiaco, capacidad pulmonar, resistencia, sistema inmunológico, etc. Además, poseen más fuerza.


continuara....  

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