miércoles, 1 de abril de 2015

MÓDULO 7.- TÉCNICAS DE CREACIÓN DE PERFUMERÍA - TEMA 3.- SUSTANCIAS ODORÍFERAS ERÓGENAS DE ORIGEN VEGETAL

SUSTANCIAS ODORÍFERAS ERÓGENAS DE ORIGEN VEGETAL

EL NABO, LA CONA Y DE POSTRE............ BOÑIGAS!!!!

31/03/2015

Los productos erógenos de la huerta.

Por consiguiente, las materias básicas ofrecidas por el reino animal a la perfumería estan, como acabamos de demostrar, caracterizadas por sus olores erógenos. En las sustancias aromáticas vegetales no es éste, en modo alguno, el caso; sólo 2 drogas vegetales (raíces de costus, semillas de almizcle ) muestran como tales, un olor marcadamente animal y por tanto, erógeno.

Mucho más importante para el perfumista son los olores de algunas flores, resinas (bálsamos) y otras sustancias vegetales que por su contenido en componentes erógenos ejercen una acción erótica.

Estos portadores de olores, por su característico olor complejo, de efecto elemental para el profano, no evocan ninguna imagen consciente de excreciones humanas y por consiguiente, no son percibidos nunca de forma desagradable.

De todos modos, en algunos casos, una sustancia odorífera de flores aislada puede ser percibida desagradablemente debido a un componente de olor animal muy perceptible, si la simultánea percepción de la flor a través del ojo no excluye cualquier círculo de imagen animal.

Observaciones de esta índole pueden hacerse, por ejemplo, en las esencias de flores de narciso y en determinadas variedades de jacintos, particularmente el jazmín rico en indol, como sustancias odoríferas de origen desconocido, son percibidas, a menudo, desagradablemente. Pero si se huelen con la percepción o imagen de la flor, reflejada en el pensamiento, son consideradas como agradables o, por menos, como distinguidas.


La investigación químico- científica de los complejos aromáticos vegetales ha aclarado la función erógena de los distintos componentes como portadores de olores animales. Algunas de estas sustancias odoríferas están presentes, también, en las excreciones y secreciones producidas por el cuerpo humano o en sus productos de descomposición, la mayoría de las cuales, de todos modos, se les parecen sólo por su olor.
Entre las sustancias animales o semejantes a éstas, que ejercen una acción erótica en los complejos aromáticos vegetales, el indol es, quizá, el más importante.





El Indolo”


Este cuerpo nitrogenado se forma en la putrefacción pancreática de la albúmina, pero no está presente en las heces humanas. Aquí se encuentra solamente el beta-metilindol (escatol) semejante al indol por su olor, pero en ninguna de las sustancias odoríferas vegetales empleadas en perfumería.

Si algunos conocidos autores encuentran que en el indol, en su forma concentrada, posee un marcado olor a heces, pero que en fuerte dilución recuerda el olor del jazmín y de la naranja, esta última afirmación precisa de una aclaración, aún en la mayor dilución, el olor del indol nunca recordará al profano el aroma de una flor. (Vuestro profe discrepa abiertamente del maestro Jellinek, a él le recuerda a “culi-flor” ;-). Sólo el especialista, el perfumista y el químico, que conocen este cuerpo como componente natural de complejos de flores y que, por tanto, tienen en mente las correspondientes imágenes, podrán asociar el olor a heces del indol con el aroma de determinadas flores.

Por el contrario, el aroma del saúco o jazmín marchito en días cálidos y secos, aparecerá particularmente sofocante para el profano, pero seguirán siendo elementales como buenos olores, en tanto que al especialista percibe en ellos un fuerte componente de indol, reconociéndolo como tal y percibiéndolo como molesto, por su parecido al de las heces.

Si lo expresamos de una manera un poco burda, para el profano ante el aroma del jazmín piensa en una flor, y al oler el indol en las heces. El especialista, en cambio, asocia el indol con imágenes de flores de jazmín y el olor de las flores le hace pensar en el indol.

Una de las más interesantes consecuencias de este fenómeno que acabamos de presentar con el ejemplo del indo, pero que - aún cuando menos marcadamente, pueden encontrarse en casi todas las sustancias odoríferas homogéneas en el siguiente:

“ En un tiempo en el cual la composición odorífera de las flores era desconocida, ya que el perfumista no tenía si quiera a su disposición los más importantes componentes de los complejos de flores, en tanto que éstos no fueran directamente obtenidos de productos naturales por lo que en los perfumes de flores eran simples productos de fantasía que apenas tenían nada que ver con el modelo natural y sin embargo eran los perfumes de flores los que tenían mayor aceptación del público”

Cuando, más tarde, la ciencia aportó la aclaración sobre los más importantes principios aromáticos de muchas flores, y la técnica ofreció al perfumista los correspondientes materiales básicos es evidente que aquel consiguió, en muchos casos, sorprendentes imitaciones de los olores de las flores, pero, al mismo tiempo, los perfumes de flores quedaron casi por completo fuera de la moda.

Por absurdo que pueda parecer, la culpa de todo ello la tuvo precisamente la gran semejanza demostrada por el producto artificial, el perfume, con el modelo natural, es decir, el aroma de la flor.

En tanto no había existido esta posibilidad, los llamados perfumes de flores eran considerados como olores agradables y se presentaban en frascos que llevaban, ciertamente, el nombre y casi siempre la imagen de la flor, pero, en cambio no contenían su aroma. Pero, tan pronto fue posible imitar - a veces de modo sorprendente - dicho aroma, la ciencia, la técnica y el arte del perfumista pudieron triunfar, pero sin que llegaran a satisfacer al público.

La culpa de esta decepción sufrida por ambas partes, no se debe no sólo al hecho de que el comprado de un perfume, como ya se dijo, no busca el olor de una flor determinada, sino que - aun cuando a menudo lo haga inconscientemente - busca el perfume como un artículo afrodisíaco, así como le desconocer que muchos olores de muchas flores no son en sí agradables, y no llegan a serlo, hasta que como acompañantes de las formas y colores de las flores dan, juntamente con estas, un conjunto bello y agradable.

Un interesante ejemplo de la práctica nos ayudará a ilustrar este hecho: en la empresa en la que curraba (el autor original del texto ) se solicitó de una fábrica de flores artificiales composiciones para el perfumado de las flores. Primero se les presentó pruebas olfatorias de distintas esencias de flores y perfumes de flores. tras un examen se eligió una selección de los perfumes de mayor éxito en el público, en tanto que las esencias de flores ofrecidas (en solución alcohólica ) no encontraban, en ningún caso, una buena acogida.

Después de esto se llevaron a cabo ensayos de perfumado en las flores artificiales - maravillosamente parecidas a las naturales - fabricadas en seda parafinada. Al examinar las flores perfumadas diversos profanos y especialistas, fueron rechazadas, sin excepción todos los perfumes, dando la explicación de que las flores olían de modo poco natural, ya que se consideraban demasiado perfumadas.

Después de renovados ensayos, tuvieron una favorable acogida las mismas esencias de flores naturales y artificiales que como “perfumes” habían sido rechazadas en primer lugar y que habían sido utilizado ahora para el perfumado de las flores artificiales sin ninguna otra adición.

Este ejemplo demuestra que en la flor se prefiere otro perfumado que en el hombre, prescindiendo de un juicio de valor comparativo de a cual de los 2 tipos olfativos habría que dar preferencia.

El hecho de que en ciertos casos, hablemos de una flor de aroma agradable, pero, en cambio, no estimemos en modo alguno como tal el olor de esta flor, ha sido explicado a menudo, diciendo que es imposible conservar en todo su valor el aroma de la flor al extraerlo de la flor misma, o al obtenerlo artificialmente mediante una composición.

Sin embargo, la realidad es que también el aroma naturalde las flores, si se abstrae en percepción de la observación física de la flor y no se asocia con ninguna imagen de aquella en muchos casos no sólo resulta menos agradable sino que, a veces, es desagradable.

Esta experiencia pudo confirmarse mediante ensayos, llevados a cabo de la siguiente manera con varias personas:
    La pared de un vaso de precipitados de 250 ml se cubrió con papel de filtro para hacerlo opaco, y luego se llenó el vaso, aproximadamente hasta la mitadd con flores frescas objeto del ensayo. Luego se taparon las flores con una capa de fibrras de asbesto.

    Durante las pruebas olfatorias se dijo que se trataban de asbestos provenientes de un flitrados de perfumes. Se pidió un juicio cualitativo del perfume y si era posible, alguna característica del olor, ya que los resultados de dicha prueba debía proporcionar datos para la designación del producto.

    Simultáneamente, con las muestras de las flores, se presentaron también para el examen, vasos de asbesto rociado con soluciones 0,1 - 0, 5 %. - estas débiles concentraciones eran las más parecidas en intensidad a las flores utilizadas - de diversos perfumes de fantasía, secándose luego aquellos. Estos perfumes representaban diversos tipos de olores de flores sólo debían servir para ofrecer una posibilidad de comparación con aromas agradabables acreditados.

    En los ensayos llevados a cabo de este modo en distintos momentos determinados por la existencia de flores frescas - pudieron hacerse las siguientes observaciones - :

  • el olor de narcisos fue considerado, generalmente, como desagradable y calificado entre otros, como de penetrante químico incluso como olor de establo. Asímismo, fueron rechazadas las flores de un jacinto azul, cuyo aroma fue comparado al de las cebollas podridas y peladuras sucias de patatas, y en otros casos como punzante y metálico, incluso a una persona le recordó el desagradable olor del gas de alumbrado.
  • una variedad blanca del jacinto encontró una acogida mucho mayor, aún cuando también su olor pareció a algunas personas desequilibrado y algo penetrante.
  • El olor de las flores del alhelí amarillo fue rechazado en casi todos los casos como no completado y sin carácter.
  • La mayoría de los examinantes encontró poco agradables los siguientes perfumes:
    flor de acacia (Robinia pseudoacacia)
    lirio blanco y flores de retama (monótono, sin encanto, dulzón, desvaído )
    mimosas ( seco, químico )
  • Como agradables fueron percibidos el ciclamen, el muguette, las rosas, las violetas, las tuberosas, los claveles de jardín y el saúco azul, en tanto que el aroma del saúco blanco le parecía aburrido - dulzón a algunas personas.
    Desgraciadamente en estos ensayos no pudo disponerse de jazmín y flor de naranjo, el juicio sobre los cuales, hubiese sido, sin duda, interesante.
Los resultados de estos ensayos demuestran que incluso en las flores conocidas como de agradable olor, las sustancias odoríferas de las flores no siempre resultan agradables per se.

La flor, ante todo atractiva para el ojo humano, puede irradiar un aroma, el complejo del cual, desde un punto de vista puramente perfumista, puede mostrar ciertas deficiencias, sin que ello sufra el agradable efecto de conjunto de la flor aromática.

Por este motivo, el perfumista, que debe renunciar a la colaboración visual de la flor, al utilizar muchas sustancias odoríferas de por sí poco agradables - entre las cuales se encuentran los cuerpos erógenos y sobre todo el indol - debe hacer gala de una gran cautela, y nunca puede emplear en sus composiciones, ni siquiera aproximadamente adiciones tan grandes de estas sustancias odoríferas, como se encuentran presentes en los correspondientes complejos naturales.

Así, por ejemplo, la esencia natural de flor de jazmín posee un contenido en indol que oscila entre un 2 - 5 % (Cerighelli, Mace ), en tanto que conocidos autores, en las normas por ellos publicadas no exceden, por lo general, de las adiciones del 0,2%

Frente a un contenido natural de indol del 0,08 - 2 % en la esencia de flor de naranjo, en los complejos artificiales se recomiendan adiciones de, a lo sumo, de 0,3 %.

Estas considerables diferencias que existen en la composición de la esencia de flores naturales y artificiales, que no se limitan al indol, de extraordinario rendimiento, sino que también pueden encontrarse en otras sustancias odoríferas, de por si poco agradables, pero casi siempre particularmente intensas, son la causa principal de que los productos artificiales, aun cuando a veces, puedan aproximarse bastante cualitativamente a los complejos naturales, no puedan comparársele, ni de mucho ,en rendimiento e intensidad.

Sin embargo, dado que precisamente las más importantes sustancias odoríferas que poseen propiedades erógenas, que han sido determinadas científicamente como componentes naturales de flores, muestran, sin expcepción, fuertes efectos olfatorios, para obtener efectos fuertemente exóticos no puede renunciarse, en general, al empleo de sustancias odoríferas naturales, sin que por ello sufra la calidad del perfume.

Así, la esencia absoluta de jazmín y también la esencia de flor de naranaja se emplean muchas veces tan sólo debido a su contenido en indol, es decir, por su acción erótica como componente de delicadas composiciones.

En estas dos y en las esencias de las flores de acacias (robinias) y el alhelí amarillo, así como en la esencia de nerolí se determinó la presencia de indol mediante análisis químicos, en cambio, en las sustancias odoríferas de muguete y saúco, así como en algunas otras flores, debe ser adivinada dicha presencia mediante análisis olfatorios.

Un olor a heces mucho menos acusado, en cierto modo sólo presente en forma de matiz, lo muestra el ácido fenilacético, el cual en forma libre como también en forma de sus ésteres, ha podido ser comprobado científicamente en las esencias de flores de naranjo.

Sin embargo, el característico olor a miel de este ácido y sus ésteres revela además, su presencia em toda otra serie de esencias de flores, de las cuales citaremos tan sólo como ejemplo las rosas, la retama y las flores de tilo.

Así como en el empleo del indol en los perfumes debe hacerse gala de la mayor cautela, para evitar la aparición de un olor a heces, y con ello, de las imágenes que lleva asociadas, el perfumista debe trabajar preferentemente con esencia de la flor de jazmín o flor de naranjo antes que con indol puro, ya que el empleo del ácido fenilacético y sus ésteres en forma pura pone también en peligro la armonía de las composiciones. Un pequeño exceso no actúa como erótico y edulcorante sino como duro y áspero y químico, es decir, desagradable. Por el contrario, aún con las mayores adiciones de ácido fenilacético, no existe apenas el peligro de que una nota fecal pueda evocar conscientemente imágenes elementales de excreciones del cuerpo.

A pesar de ello, en los perfumes finos, el componente ácido fenilacético aparece casi siempre en forma de esencia de rosas o de las Essences absolutas de rosas y de flores de naranjo.

Es difícil decidir si el ácido fenilacético juega asimismo un papel erógeno en el aroma del tabaco, el cual contiene cantidades relativamente importantes de ácidos libres y a menudo, también de sus ésteres, pero reforzaría el punto de vista de los sicoanalistas, los cuales afirman que la raiz de la pasión del fumar - lo mismo que el chupar o chupetear de los niños (Freud) se encuentra en un terreno erótico.

Hay que destacar que las variedades de tabaco y centroamericanas particularmente apreciadas, muestran, a menudo, un fuerte aroma fecal, ya que presentan matices olorosos que recuerdan al escatol, el ácido valeriánico y caprónico o sus ésteres.

Un olor fecal mucho más intenso y marcado que el ácido fenilacético, lo muestra el éster paracresílico, el olor del cual recuerda el de los narcisos y el de los junquillos.

Los restantes derivados del paracresol poseen una nota olfatoria urinosa más o menos marcada, la cual destaca, especialmente en el acetato de paracresilo.

La presencia del acetato y fenilacetato de paracresol en las esencias de flores de narcisosy junquillos no puede ser determinada hasta ahora ( en 1948!!), por la via química, pero puede sospecharse en los análisis olfatorios de estas flores.

Por el contrario, pudo demostrarse científicamente las presencia del éter metílico de paracresilo en la esencia de Ylang - Ylang y en la esencia del Alhelí amarillo. En la esencia de flor de jazmín puede estar presente el paracresol libre (Etze).

En tanto, el indol, el ácido fenilacético y los derivados de paracresol recuerdan con su olor las excreciones humanas, las sustancias odoríferas más adelante citadas deben su acción erótica a sus semejanzas de olor con el sudor humano o consus productos de descomposición.

En primer lugar, hay que citar a los aldehídos grasos con 8 - 12 átomos de C, los cuales juegan un importante papel tanto en los complejos aromáticos naturales como, también, en la moderna perfumería.

La presencia de aldehído cetílico ( C8 ) ha sido demostrada en la esencia de rosas alemana, esencia de flor de naranjo y en la esencia de lemongrass. El aldehído nonílico ( C9 ) se ha encontrado en la esencia de rosas, esencia de lemongras, esencia de iris, esencia de canela de ceylan, así como en la esencia de mandarina, el aldehído decílico ( C10 ) fue hallado en la esencia de lemongrass, esencia de naranja, esencia de mandarina, esencia de nerolí, esencia de iris, esencia de coriandro, esencia de citronelal, esencia de flor de casia y esencia de pinoabeto ( abies alba ). En la esencia de conífera citada y en la esencia de ruda ha sido demostrada la presencia del aldehíddo láurico (C12 ).

Unos efectos parecidos al de los aldehídos grasos pero mucho más débiles, los presentan los correspondientes alcoholes, que se presentan asimismo como tales y, más a menudo todavía, en forma de sus ésteres en los complejos aromáticos naturales.

Dado que la acción erótica de las sustancias aromáticas animales se basa en al evocación de imágenes del cuerpo humano, en tanto que una consciente percepción de un olor fecal o de sudor no se por sí erógeno, sino, más bien desagradable, un efecto afrodisíaco máximo puede conseguirse tan sólo con la combinación de olores fecales y de sudor; no sólo porque estos 2 componentes que pueden ser empleados simultáneamente al máximo, muestran un efecto total incrementado, dado por su suma, sino también, porque su olor complejo tiene mucha más semejanza con el complejo “olor a cuerpo” que cada componente por sí sólo.

Este hecho fue reconocido y considerado hasta ahora por expertos perfumistas de manera intuitiva, aún cuando ignoraran las manifestaciones y relaciones causales, los olores fecales y de sudor nunca deben ser empleados aisladamente, sino siempre simultáneamente en la composición de perfumes.

Asímismo, hay que observar que esta ley, válida para la técnica de composición de perfumes, no puede encontrar aplicación en la síntesis de esencias de flores artificiales. Además, debe observarse tmabién que la relación cuantitativa de los componentes de olor animal y de acción erótica puede ser distinta entre sí, a menudo el olor fecal y el olor a sudor, casi siempre en la misma proporción, dan el mejor resultado de conjunto, en otros casos se empleará un máximo de uno de los 2 componentes para conseguir el efefcto complementario deseado.

Viejas generaciones de perfumistas destacaron, una y otra vez, las ventajas de las pomadas de flores frente a las esencias aobsolutas, dado que estas últimas carecen del interesante matiz “graso”, el cual da excelentes efectos aromáticos.

Esta nota grasa era especialmente deseada en la esencia de flor de jazmín donde se la reconoce, en ciento modo, como componente, de contraste complementario ( sudor ) con respecto al indol (heces ) de la esencia de flores.

La esencia de nerolí y la esencia de flor de naranjo contienen ya en sí, el aldehído decílico, el complemento para el indol.

Por las mismas razones, en los tipos de perfumes franceses se emplea casi sin excepción, junto con la esencia de jazmín (indol, matiz fecal ) también la esencia de rosas (aldehído, matiz de sudor )

Para complementar los efectos olfatorios de drogas animales con olores fecales, en su tiempo servía, además del taragen, de olor siempre graso (sudoroso) o más trade, las esencias concretas de flores y raíces de iris de contenido ceroso, muy a menudo las esencias de contenido en aldehídos grasos.

El moderno perfumista trabaja con los aldehídos grasos y alcoholes grasos como tlaes, es decir, con soluciones de los cuerpos puros, representados sintéticamente. Por ello no está ya ligado al empleo de determinados complejos naturales de sustancias odoríferas (aceites esenciales ) en los cuales debería basarse antiguamente para conseguir un efecto de sudor, lo cual le permite mayores posibilidades para los interesantes derivados de ácidos grasos que caracterizan un gran número de las más afortunadas creaciones de nuestro tiempo.

Hay que tener en cuenta y - con ello no diremos, seguramente nada nuevo al experto perfumista, pero sí le explicará un fenómeno ya conocido para él - que el empleo de aldehídos grasos y otras sustancias odoríferas “grasas” o “sudorosas” debe ir siempre aparejada con componentes de olor fecal (drogas animales, indol, escatol ) si es que quieren conseguirse efectos lo suficientemente fuertes y que no resultan, a la vez , desagradables.

Entre ellos, quizá el aldehído graso más empleado en perfumería es acetaldehído de metil ionona, isómero del aldehído láurico, que debe su múltiple aplicación a las notas balsámicas, floridas y frutosas en él reunidas, que acompañan al olor a sudor de este cuerpo.

Como olor vegetal, encuentra aplicación el acetaldehído metilhexílico, isómero del aldehído nonílico. Una nota asímismo algo “verde”, la posee el aldehído undecílico ( C11 ) que en comparación con el aldehído metilhexílico parece más bien “seco”, por consiguiente es menos preferible en los complejos de flores, siendo más bien empleado en las composiciones de fantasía.

Finalmente, habría que citarse asímismo, el aldehído mirístico ( C14 ) que podría presentarse también en el Iris ( irisbutter ), el olor del cual recuerda claramente.

Un efecto parecido al de los aldehídos grasos lo posee el aldehído hidroxicinámico (aldehído fenilpropílico ) que muestra su olor a sudor extraordinariamente intenso, endulzado por una nota balsámica.

Su existencia natural ha sido demostrada en al esencia de Canela de Ceylan y de acuerdo con los análisis olfatorios - puede encontrarse en los complejos aromáticos de determinadas variedades de jacintos, del saúco blanco y del lirio blanco -

Su alcohol correspondiente que presenta un olor parecido, aun cuando mucho más débil, hasta ahora no ha sido descubierto todavía en forma libre en las sustancias odoríferas naturales, sin embargo, los ésteres del alcohol hidroxicinámico están presentes en la esencia de canela de Ceylan ( acetato ) aasí como en el Storaque, Benjuí de Sumatra y el bálsamo de Perú (cinamato).

Un marcado olor a sudor lo poseen el ácido butírico e isobutírico, la acción erótica de los cuales se pone de manifiesto aun en algunos de sus ésteres. A diferencia de los ácidos libres, aquellos han sido encontrados en algunos complejos de sustancias odoríferas naturales, como por ejemplo, en la esencia de espliego y en la de macis.

De los olores producidos por el cuerpo humano, y que, por consiguiente, recuerdan a éste, siendo por tanto, erógenos, los olores fecales, urinosos y sudorosos, siempre que sean percibidos conscientemente resultan desagradables, e incluso, son repulsivos y repugnantes, cuando se hallan en grandes concentraciones. Por el contrario, la nota aromática típica para el cabello humano, que se presenta también como componente de la región pubiana caracterizada a menudo como “olor a cabellos”, no es percibida desagradablemente en ninguna concentración.

Esta peculiar nota amargo - dulce, que posee cierta semejanza con el olor a nueces, puede con mayor o menor intensidad encontrarse en todas las drogas animales.

Como portador de este olor se creyó, en un principio, haber reconocido a determinadas cetonas, específicas para distintas drogas (muscón, zibetón ). El aislamiento del principio oloroso de la esencia de granos de almizcle y la identificación de ese cuerpo, bautizado por su descubridor Kerschbaum con el nombre de Ambrettolid, con una lactona de 18 átomos de C llevó a la conclusión de que también en los complejos aromáticos de las drogas animales es a las lactonas que puede atribuirse el citado “aroma a cabello” sumamente agradable y erógeno.

Junto con el Ambrettolid de la esencia de grano de almizcle pudo demostrarse, asímismo, la presencia de lactonas de olor erógeno en la esencia de raiz de costus (Costolactona) y esencia de alanto (mantolactona ). Los análisis olfatorios permiten sospechar también su presencia en la esencia de zanahorias ( esencia de Daucus ), Sauge esclareè (esencia de salvia esclarea o moscatel ) y en la esencia de ciprés, que en su forma determinada se pone muy bien de manifiesto.


Sin duda, la investigación científica y la síntesis de nuevas lactonas resultará aún sumamente interesante para la perfumería y facilitará importantes sustancias básicas, debido a sus propiedades erógenas.

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