viernes, 24 de abril de 2015

MÓDULO 7 TÉCNICAS DE CREACIÓN DE PERFUMERÍA TEMA 4 LOS DISTINTOS EFECTOS AROMÁTICOS NATURALES


TEMA 4.- LOS DISTINTOS TIPOS DE LOS EFECTOS AROMÁTICOS NATURALES.
01/04/2015

José Luis Vaquerín - Nez -

Los tipos de efectos aromáticos

Con el conocimiento de las sustancias aromáticas erógenas, por su olor animal y su efecto sobre la sensibilidad humana, hemos descorrido el velo de misterio que caracteriza el “encanto aromático” de los olores naturales agradables. El hecho de que los olores animales jueguen un papel relativamente pequeño en las flores, que para nosotros representan los más importantes portadores de aromas, es una experiencia conocida. Por consiguiente, el complejo aromático de las flores debe ejercer también otros tipos de efectos sobre nuestra sensibilidad, que nosotros percibimos como agradables o voluptuosos.

A diferencia de los olores erógenos, el efecto de los cuales es percibido en el sentido del instinto de la reproducción, los otros tipos de efectos olorosos están por sí sólos, es decir, en tanto no estén combinados con un efecto erótico, en relación con el instinto de conservación.

A continuación y para determinar los distintos tipos de efectos olorosos, vamos a clasificar en grupos las más importantes denominaciones familiares para nosotros de olores naturales, a las cuales, según enseña la experiencia, podemos atribuir un efecto común sobre nuestra sensibilidad.

Llegamos a la siguiente CLASIFICACIÓN:
  • GRUPO I: En él están contenidos todos los olores animales que se designan aisladamente como graso ( ceroso ), sudoroso ( rancio ), quesoso, pútrido, urinoso, fecal y amoniacal.DENOMINACIÓN COMÚN: BÁSICO, OBTUSO

  • GRUPO II: A éste pertenecen los olores de flores y resinas aromáticas ( balsámicas ) para las cuales se emplean las denominaciones balsámicas y floridos, así como numerosas definiciones especiales: rosa, violeta, sauce, etc. DENOMINACIÓN COMÚN: DULCE, BLANDO

  • GRUPO III: Aquí se reúnen los olores de los distintos tipos de terpenos y alcanfores, la percepción de los cuales es designada con expresiones tales como alcanforada ( mentolada ), resinosas ( terpentinosa ), verde y ácida. DENOMINACIÓN COMÚN: ÁCIDA, PENETRANTE.

  • GRUPO IV: Este grupo comprende todos los olores vegetales, con excepción de los aromas de flores, o sea, los de las semillas, raíces, hojas y de los tallos verde o troncos maderosos, Las usuales características olorosas son aquí: especioso ( picante ), maderoso, herbáceo, musgoso, quemado ( fenólico ). DENOMINACIÓN COMÚN: AMARGO ( ÁSPERO ), DURO.

Debe destacarse aquí que las denominaciones generalmente usadas para los distintos grupos deben valorarse tan sólo de manera relativa, es decir, que las características aquí empleadas sólo poseen una justificación cuando se comparan sus correspondientes olores con otros.

Entre cada 2 de los 4 grupos citados se encuentran olores aislados que pertenecen en cierto modo, a 2 grupos, es decir, reunen en sí efectos característicos para formar parte de estos grupos, aunque no pueden ser incluidos ni a un grupo ni a otro, dado que representan, desde el punto de vista olfatorio, un intermedio o una transición.

Entre los G - I y G - II está un tipo olfatorio, que designamos como “meloso” y que reune en sí una nota dulce - florida u otra animal ( cérea y fecal ).

Entre los G - II y G - III están los olores fructosos, que, por lo general, provocan percepciones dulce - ácidas.

Los olores que hay entre G - III y G - IV, a los cuales designaremos generalmente como “mentosos”, reúnen en sí notas alcanforadas y herbáceas.

Finalmente, encontramos en algunas sustancias odoríferas una nota muy estimada en los modernos perfumes, manifestada especialmente, en el olor final, que, a menudo, es designada como “pútrida” o “pulverulenta” o “sofocante” que deben figurar entre los olores leñosos, musgosos ( G - IV ) y los olores básicos ( G - I ).


Efectos atribuídos a las sustancias odoríferas reunidas en los distintos grupos.

Esta tarea que hemos resuelto ya para el G - I, hemos podido facilitarla en un principio, al encontrar denominaciones comunes para las sustancias odoríferas pertenecientes a los distintos grupos, las cuales sirven, en realidad, para caracterizar las percepciones del sabor y del gusto, pero que también pueden relacionarse con impresiones olfatorias según el uso del idioma. 
 
Al comparar estas denominaciones comunes, llama la atención el hecho de que cada 2 grupos estén en directo contraste entre sí:

Estos contrastes son ÁCIDO - BÁSICO y OBTUSO como denominación de los G - I y G - III, así como dulce - amargo y blando en los otros 2 grupos.

Dado que el efecto de las sustancias odoríferas del G - I ha sido determinado ya como “erógeno”, partiremos de la suposición - que nos parece justificada el contraste de olores - de que las sustancias odoríferas del G - III muestran un efecto también opuesto al del G - I, es decir, “antierógeno”.

Esta suposición la vemos justificada en muchas experiencias:

Es evidente que todo experto perfumista conoce el efecto “desodorizante” del alcanfor y de las sustancias odoríferas afines ( por ejemplo naftalina, paradiclorobenzol ) frente a los olores urinosos y fecales.

Asímismo, es conocido el mismo efecto de los terpenos, o aceites esenciales ricos en terpenos, frente a los olores de sudor, del resultado de los cuales se hace uso en la preparación de aguas de tocador refrescantes como, por ejemplo el Eau de Cologne, agua de espliego, agua húngara. Como “purificadores del aire”, utilizados ante todo para el enmascaramiento de olores del cuerpo en las estancias muy frecuentadas, sirven las esencias de coníferas ricas en terpenos y alcanfores. En la composición de aguas bucales y en el perfumado de los dentífricos se hace general uso del mentol y el eucaliptol, esencia de menta piperita y esencia de eucaliptopara contrarrestar la acción de los olores pútridos de la descomposición en la cavidad bucal.

La propiedad “antierógena” del olor de alcanfor puede ser observado, también, en los animales. Así, por ejemplo, en las carreras de caballos se atan a menudo, delante de los ollares de los corceles nerviosos, saquitos de tela que contienen alcanfor y que permiten el paso de su olor, el cual ejerce sobre los animales un efecto tranquilizador.

El contraste entre los efectos de los olores de los G - I y G - III, lo encontramos confirmado también en la experiencia, la cual nos hace asociar los olores de la descomposición, tales como rancios o pútridos con imágenes de muerte y corrupción; en tanto que los olores resinosos o verdes nos recuerdan la savia y las hojas de plantas; los olores ácidos a las frutas aún verdes, es decir, vida y florecimiento.

Por consiguiente, podemos comprobar que el efecto refrescante vivificador o purificador (desodorante) de las sustancias odoríferas del G - III está en marcado contraste con los olores erógenos, por lo cual - a falta de una expresión positiva que comprenda estas propiedades - queremos retener esta denominación de “antierógeno”, que expresa este contraste para los olores de terpenos y alcanfores.

También en los G - II y G - IV se expresan los efectos de los olores, los contrastes que encontramos en las denominaciones generales de olor dulce - blando o amargo ( áspero ), duro.

Los efectos de los aromas de determinadas flores y resinas (bálsamos ) que constituyen el G - II, los percibe no sólo nuestra sensibilidad, tal y como lo designamos también por el lenguaje, de manera “embriagadora” o “aletargadora”, sino que pueden comprobarse, asímismo, fisiológicamente en condiciones lo suficientemente grandes.

En una conocida experiencia, que los olores de muguete, jacinto, tuberosas, ciclamen, etc, en determinadas circunstancias pueden provocar dolores de cabeza y ligeros malestares si actúan durante largo tiempo y con la suficiente intensidad sobre nosotros. Por este motivo se evita, durante la noche, dejar flores de intenso perfume durante varias horas, por ejemplo, en los dormitorios o en habitaciones con enfermos.

Las sustancias odoríferas de las resinas aromáticas, que de por sí son poco volátiles o son fijadas por el cuerpo de la resina, pueden gasificarse en grandes cantidades por calentamiento o por parcial combustión de las resinas, y al respirarlas, entonces actúan de manera más o menos intensamente aletargadoras.

De esta experiencia han hecho abundante uso los más antiguos pueblos civilizados y, en particular, los sacerdortes - que casi siempre eran al mismo tiempo - sus médicos en forma de incienso para fines religiosos y medicinales.
También los narcóticos, cloroformo, éter, cloroetileno, y gas de la risa ( óxido de nitrógeno ), utilizados por la moderna medicina y que actúan por inhalación, deben ser incluidos en el G - II desde el punto de vista perfumista, dado que poseen, sin excepción, olores marcadamente dulces.

El efecto aletargador o embriagador de los olores dulces y balsámicos disminuye la capacidad de reacción de nuestros sentidos, las percepciones se hacen confusas y se debilitan los contrastes, con lo cual se presenta una percepción “blanda”, que hemos aceptado como la característica general de este grupo.

Como “dulce” y “blando” descubre Claude Farrère ( Opium, 1910 ) el insípido aroma del humo del opio, este estupefaciente tan extendido en Oriente, y también el olor del hachis, gozado casi siempre de la misma manera, se caracteriza por su fuerte sabor dulzón.

Resumiendo, pueden designarse como adormecedores, embriagadores o aletargadores a los efectos fisiológicos y psíquicos provocados por los aromas dulces - floridos y balsámicos, de modo que para desginarlos podremos resumir los tres efectos citados en el concepto común de narcóticos.

De la misma manera que en los G - I y G - III, trataremos de utilizar ahora el contraste expresado en la denominación general de sus olores, entre las propiedades de los G - II y G - IV, como característica general de sus efectos, para, de este modo, poder construir, sobre el resultado consistente en narcótico la denominación general del G - II.

Así llegamos a la suposición de que, en los olores del G - IV, los efectos contrastados como “narcóticos” y considerados como “adormecedores”, “embriagadores” y “aletargadores” deberían comprobarse, más o menos, como despertadores, reavivadores, estimulantes o activantes.

Esta suposición la encontramos completamente confirmada en la más detenida observación de las distintas características olfatorias, a las cuales corresponden las denominaciones generales de “amargo”, “áspero” y “duro”.

La denominación de un olor como “especioso” indica que la percepción de este olor actúa lo mismo que una especia, es decir, estimulante.

En las especias, este estímulo actúa, especialmente sobre la producción de jugos gástricos y con ello sobre el apetito, es decir, despiertan e incrementan estas manifestaciones fisiológicas. La medicina conoce el efecto estimulante que ejercen sobre el apetito las sustancias amargas y también el profano sabe estimular su apetito o aligerar un “estómago lleno” mediante un licor amargo o mediante un café sin azúcar. 
 
A esto se debe que la percepción “amarga” siempre que no sea demasiado fuerte, pues entonces resulta desagradable, actúe de estimuladora o de activadora. 
 
Tanto en los olores especiosos, leñosos, herbáceos y musgosos es su componente amargo o áspero común a todos ellos, más o menos puesto de manifiesto, el que provoca el efecto decisivo.

Los olores cáusticos los encontramos, en perfumería, casi exclusivamente como matices de complejos aromáticos, y casi siempre pueden atribuirse a la presencia de fenoles o de sus derivados.

Su efecto activador y estimulante, debería poder atribuirse, en último término, al efecto alarmante que sobre los animales superiores, o incluso en el hombre civilizado , obra el olor de un incendio.

Con la denominación “duro”, que en un principio se utilizaba para denominar una percepción sensorial aunque también se ha usado frecuentemente en impresiones olfativas que encuentran su superación en la expresión “punzante” - análogamente a las percepciones sensoriales captadas por el olfato - se designan percepciones de por sí desagradables, incluso dolorosas.

Si pensamos en sensaciones que se reciben por medio del tacto, comprobaremos que las percepciones agradables y blandas, como son las provocadas, por ejemplo, acariciando suavemente la piel, actúan adormeciendo y aletargando, por el contrario, las percepciones desagradables, duras y punzantes - como un glope o una punzada - actúan despertando y activando.

De la misma manera actúan también las percepciones olfatorias “punzantes” como, por ejemplo, la del ácido acético concentrado o la del NH3, de las cuales nos valemos en los ensayos y en la preparación de las sales volátiles.

Por consiguiente, el efecto de los olores amargos, ásperos y duros está en directo contraste con el efecto narcótico.

Como un concepto que abarca los efectos “despertante” y “estimulante”, “incitante” y “activador” para denominar los olores pertenecientes al G - IV, emplearemos la expresión estimulante.

Debe observarse que, en muchos casos, los conceptos estimulante y stimulantia son utilizados para puros afrodisíacos. Para designar los efectos afrodisíacos es decir, exclusivamente “estimulantes sexuales” nosotros utilizamos la expresión específica “erógeno”.

Así pues, resumiendo el contenido de lo anteriormente expuesto, distinguimos 4 tipos de efectos olfativos:
  • ERÓGENOS ( afrodisíacos, estimulante sexual ) son los olores animales o semejantes a estos que son percibidos como básicos y obtusos.

  • NARCÓTICOS ( adormecedores, embriagadores, aletargadores ) como tales actúan los olores de flores y resinas aromáticas ( bálsamos ) que percibimos como dulces o blandos.

  • ANTIERÓGENOS ( refrescantes, reavivadores, purificantes ) son los olores de terpenos y alcanfores que provocan percepciones ácidas y penetrantes.

  • ESTIMULANTES ( despertantes, estimulantes, excitantes, activadores ) de esta forma actúan los olores especiosos, amargos o “duros”, tal como los encontramos en todos las partes de la planta, a excepción de las flores - de cuando en cuando, también las flores poseen un efecto olfatorio puramente estimulante, es decir, un aroma áspero o duro, de su forma natural.

Asociaciones de efectos aromáticos en los complejos aromáticos

Anteriormente hemos mencionado 4 tipos de olores que no pueden clasificarse en ninguno de los grupos establecidos por nosotros sino que, por su olor, deben clasificarse, en cierto modo, entre 2 grupos o bien pertenecer a los 2 al mismo tiempo.

Una asociación de 2 orientaciones de olor en un complejo (percepción olfatoria elemental ) se pone de manifiesto también en la combinación de los correspondientes efectos, respectivamente, en forma de efecto resultante.

Así, los olores melosos que muestran las notas dulces - floridas y una nota animal, tienen un efecto narcótico y al mismo tiempo son erógenos - los olores a “fruta”, ácido dulzones muestran efectos narcóticos y asímismo son antierógenos. Los olores “mentosos” es decir, herbáceos y alcanforados ( especiosos - mentolados ) son antierógenos y, a la vez, ejercen de estimulante. Las percepciones olfativas que designamos con el nombre de “polvorientas” (pulverulentas) sofocantes son erógenas y presentan también efectos estimulantes.

Es evidente que los complejos de sustancias odoríferas reúnen en sí todos los efectos, los cuales se ponen de manifiesto por el olor de sus distintos componentes.

Dado que sabemos que los aromas naturales representan, casi sin excepción, una combinación de varias sustancias odoríferas homogéneas; y dado que los distintos componentes sólo en los casos excepcionales provocan percepciones olfativas semejantes entre sí, pero casi siempre huelen de distinta manera y son también de distinto efecto, el estudio de los efectos combinados es el de mayor interés y de especial importancia para la práctica.

Será preferible que nos atengamos primero a los complejos aromáticos naturales. Pero no por ello debemos olvidar que, en modo alguno, todos los aromas de flores naturales son percibidos por nosotros como agradables o desagradables.

Mediante los ensayos efectuados, hemos podido confirmar la experiencia de que sólo algunas veces el complejo de percepciones de una flor, es decir, su visión ( forma, olor ) y la sensación táctil evocada por sus hojas lisas, blandas y frías provocan una efecto agradable en tanto que su olor, por sí sólo, es percibido en escasa medida como agradable, incluso a veces es considerado desagradable.

Partiendo de nuestro punto de vista egocéntrico, nos olvidamos fácilmente que la naturaleza, con los olores que provee respectivamente a las distintas partes, es decir, las flores, las hojas, el tronco, y las raíces, no pretende, en modo alguno, la exclusiva finalidad de estimular, de modo agradable, los sentidos humanos.

Las funciones naturales de las sustancias odoríferas vegetales, las cuales deben servir exclusivamente a la conservación y reproducción de su portador provocan, en mayor grado, el efecto de atracción o repulsión sobre el mundo animal. Las sustancias odoríferas de las flores deben atraer a los insectos, para que éstos, a su contacto con el pólen, provoquen la fecundación. Las sustancias odoríferas acumuladas en las hojas, en el tronco o en las raíces sirven casi siempre para la conservación de la planta, a la cual protegen a menudo de ser devoradas o lastimadas por los animales. La misma tarea cumple, en muchos casos, el aroma de los frutos y semillas, asímismo, atrae a menudo al mundo animal para que goce de ellas comiéndolos y después, con la eliminación de la semilla no digerida, se consigue la propagación de la planta.

Casi todas las intervenciones del hombre en la vida de la planta significan lesiones o inhibiciones - en las plantas “civilizadas” - a menudo, degeneración de sus funciones vitales naturales y de su reproducción.

Por consiguiente, tampoco el aroma de las flores tiene la misión natural de atraer al hombre.

En realidad, es sólo un número relativamente pequeño de tipos de flores, el olor de las cuales es percibido por nosotros como agradable y también entre éstos son, con pocas excepciones, precisamente las flores que - en nuestra opinión - hacen gala de los aromas más finos y delicados aquellas a las que el hombre no dejó a la selección natural sino que las cultiva y ennoblece desde hace generaciones.

Si queremos estudiar la formación de aromas naturales por la combinación de distintos efectos olfativos, será preferible que hagamos objeto de nuestra investigación los complejos aromáticos de aquellas flores, que el hombre cultiva, en primer término, por su grato aroma.

Esto sólo ocurre en un relativamente número reducido de plantas y amenudo, no puede comprobarse como sería de desear.

Esta comprobación resulta sencilla en algunas plantas de adorno, como por ejemplo los tulipanes, muchas variedades de orquídea, croco, adormideras, campanillas de las nieves etc que son cultivadas exclusivamente por sus bellos colores o formas, a pesar de que poseen olores muy débiles, y a veces marcadamente desagradables.

Otras variedades de flores recrean de igual modo los sentidos de la vista y el olfato, de modo que su cultivo no se debe tan sólo a su aroma, sino, también a su belleza y por ello - desde nuestro punto de vista de perfumistas - apenas si puede alcanzarse un resultado óptimo. Ejemplos de tales flores son los jacintos, los claveles de jardín, la violeta y también el saúco.

De la rosa se cultivan muchas variedades, tanto por sus colores particularmente bellos ( La France, Glorie de Dijon, entre otras ) como también por sus bellas formas. Sus flores compactas, de largos tallos, son estimadas entre los cultivadores de modo que en las variedades más nobles de rosas, como, por ejemplo la Etoile de Hollande rojo oscura, la Gold Ophelia (Tee Rose ) amarilla, o la blanca Kaiserin Augusta Victoria, su aroma juega un papel secundario.

Exclusivamente por su olor intenso y agradable se cultivan la rosa Damascena de Bulgaria y la Centifolia en el sur de Francia de modo que, a continuación nos atendremos tan sólo a los olores de estas variedades.

Junto con las 2 variedades de rosas citadas, el jazmín y la naranaja amarga, y la lavanda, son las flores más importantes, cultivadas exclusivamente por el aroma de sus flores y por consiguiente, también sólo en consideración a su buen olor.

Es estudio de los complejos provocados por sustancias odoríferas de flores, nos es facilitado por el hecho de que los componentes más importantes de estos complejos nos son conocidos por las investigaciones científicas y están disponibles en forma de complejos químicos homogéneos, obtenidos por aislamiento de complejos naturales o cuerpos representados sintéticamente.


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